Las cercanías de "FOSSIL, El Ultimo Refugio" y en toda la región abundas bosque de belleza incomparable Bosque de Lengas resultan cautivantes. Lengas, Cohigues y unas 90 variedades de liquenes y hongos. La fuente es en un interesante reportaje. http://www.conservacionpatagonica.org
Ficha de Especie: El Bosque de Lenga (Nothofagus pumilio)
Al extremo más al sur de América, una familia de árboles ha marcado su territorio rodeada de vientos implacables y un clima duro: los bosques de haya del sur. Esta familia de árboles comparte sus orígenes no con las hayas de Norte América, sino que con un grupo de especies encontradas mayormente en Nueva Zelanda y Australia, datando hacia la era del Supercontinente Gondwana. En los bosques del Patagonia, el miembro más común de la familia de hayas del sur es la lenga (Nothofagus pumilio).
La lenga es un árbol de hoja caduca y alcanza en promedio los 30 metros de altura. Sus hojas son pequeñas y verdes con dientes filosos en los bordes. Al llegar el otoño, la lenga exhibe una impresionante variedad de colores en las laderas de las montañas. A medida que el clima empieza a helarse en Abril, sus hojas cambian del verde a un despliegue de intensos amarillos, naranjos y rojos.
Algunas generalizaciones sobre la familia: la lenga es un árbol de montañas, mientras que su pariente más cercano, el ñirre (Nothofagus antarctica), es un árbol de río. La lenga crece con fuerza desde las zonas estepáricas más cálidas y secas hasta los límites más altos, alrededor de los 2.000 m de altura. A lo largo de las laderas subalpinas que marcan los alcances más elevados de su rango habitable, la lenga a veces crece con formas extravagantes, retorcidas, modeladas por el viento. Estas formaciones se llaman krumholz, o “madera retorcida” en alemán. El ñirre se parece a la lenga, pero es más pequeño y más frondoso. Tiende a crecer al lado de cuerpos de agua, y en terrenos bajos, pero también puede crecer junto a la lenga en laderas de montañas.
Los boques de haya del sur son el hogar de una amplia variedad de especies, haciendo que la lenga cante con vida desde sus raíces hasta su follaje verde. La lenga muchas veces se encuentra envuelta en mechones de Barba de Viejo (Usnea barbata), un liquen cuyo nombre describe adecuadamente su apariencia peluda y desordenada. En los bosques de lenga se han identificado hasta 93 plantas, 85 líquenes y un número similar de musgos. Por debajo de sus ramas principales, las lengas también proveen refugio a algunas de las especies de animales más carismáticos y ecológicamente significativos que habitan la región, incluyendo el Carpintero Negro, el Zorro Culpeo, y el huemul que vive en alto riesgo. El huemul a veces se alimenta de la lenga, pero también come y obtiene nutrientes clave de los arbustos, pastos y flores que prosperan en el sotobosque.
Estas prósperas comunidades bióticas han sido atacadas durante largo tiempo por el desarrollo humano. Numerosas laderas de montañas en esta región tienen troncos quemados de haya de sur que se han caído y están desparramados. Cuando el gobierno chileno buscó asentar la remota Región de Aysén a mediados del siglo 20, le ofreció títulos de tierra a cualquiera que “mejorara” la tierra—y quemar la tierra para dar espacio a la agricultura parecía ser una “mejora”. Muchos de estos fuegos hechos precipitadamente perdían el control y quemaron laderas de montañas empinadas, las cuales los pobladores no tenían intención de usar para sus campos. Lamentablemente, estos bosques se han recuperado lentamente, dada la corta temporada de crecimiento y la lenta descomposición. Los bosques de haya de sur en esta área han evolucionado sin ningún incendio natural, haciendo que los fuegos hechos por el hombre sean particularmente perjudiciales.
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